sábado, 12 de noviembre de 2016

La Lechuza



Tengo tiempo queriendo escribir este post, pero ha sido complicado lograrlo mientras manejo el trabajo y la falta de inspiración para darle el toque personal. Ideas que hacen ruido pero toca atrapar a la paciencia y sentarla aquí conmigo para ponerlas en orden.

Cuando pienso en mis días de preescolar y primaria, muchos recuerdos de los buenos vienen a mi mente. Canciones divertidas, dibujo libre con creyones en cestas plásticas; recuerdo la envidia que me daba cuando alguno de mis compañeros llevaba sus colores prismacolor en aquella caja plástica que se sostenía en la mesa. También recuerdo lo que desde muy pequeña asocie con el colegio: tareas y buen comportamiento.

Niños bien portados siempre hacen silencio en clase, y para armonizar la hazaña de mantener callados a tantos pequeños, la canción de la lechuza funcionaba como perfecta estrategia. “La lechuza, la lechuza… hace ‘sshh’, hace ‘sshh’... todos calladitos como la lechuza que hace ‘ssshhh’...”

Desde mis inicios como educadora preescolar, he venido viendo los tantos cambios en perspectivas en el campo educativo, en especial las nuevas ideas en los métodos sobre cómo mejorar la experiencia educativa para los pequeños. Sin meterme mucho con el contenido que se enseña en preescolar, me enfoco más que todo en la parte de comportamiento y la idea que tenemos los docentes de un niño “bien portado”.

Por un lado, gran parte de nuestra labor es apoyar y reforzar la educación en valores que los padres comienzan desde casa, para educar personas de bien que apoyen de forma positiva a la sociedad. Pero por otro lado un elemento de gran importancia es crear un ambiente en el que los niños se sientan seguros para ser creativos e innovadores.

Muchos años han pasado desde la necesidad de un currículo que genere el mismo resultado en casa estudiante: si, la época industrial y su influencia en el sistema educativo ya caducó (aunque pocos estén al tanto). Ahora se necesitan personas creativas, que se arriesguen a crear ideas nuevas para el beneficio de la humanidad. Se necesitan estudiantes que tengan ganas de comerse el mundo y no se limiten por materias o momentos oportunos para pensar en soluciones. Porque si algo he aprendido en los 10 años de docente que investiga (sin ánimos de ofender a los que no lo hacen) es que las necesidades evolucionan, y el sistema educativo debe adaptarse a tales cambios.

En mi salón siempre hay ruido, ruido bien manejado para evitar caos, pero ruido en general. Mis niños no estás limitados a trabajar sin hablar con el vecino, porque he aprendido que en la vida real nuestras ideas florecen cuando las compartimos, y crecen de las ideas de otros. Entonces si sabemos que las ideas nacen en un ambiente colaborativo, ¿por qué no dejamos que los niños conversen en clase mientras trabajan? ¿Por qué nos empeñamos en limitar el nivel de ruido que existe y asumimos que su concentración será mejor si no hablan?

Mucha controversia existe, controversia de la buena porque las ideas nuevas necesitan ser sacudidas y refutadas para ganar más territorio o quizás ser descartadas porque no funcionan. Creo que un salón de clases donde los niños se sientan juntos y no en escritorios separados por problemas de comportamiento tiene su encanto. Creo que el ruido no necesariamente es señal de distracción negativa, sino de creatividad en producción. Creo que la educación se nutre increíblemente de las conexiones que hacemos, y si no podemos hablar con otros mientras el profe nos da una clase, entonces a dónde van a dar esas conexiones?

Cuando hablo de mis años en la universidad, siempre menciono el cambio de actitud que hubo en mí como estudiante. Porque finalmente me encontré con un ambiente que permitía la colaboración como regla durante clases, y no la colaboración en casa de algún miembro del grupo sin la guía del profesor para hacer florecer esas ideas en vez de ponerle un 10 si no daban con el objetivo. La diferencia entre ambas experiencias fue grande para mí, y finalmente le ví el sentido al trabajo en grupo realizado en clase, en vez de pasar horas escuchando a un experto hablar sobre su perspectiva del contenido.

Agradezco inmensamente haber tenido esa oportunidad, y aún más extenderla cuando hice la maestría, sin embargo siempre pensé en lo diferente que pudo haber sido mi experiencia de colegio si la colaboración se hubiese manifestado de esa manera. Porque si algo siempre supe, es que la idea de escuchar una clase por 45 minutos y luego irme a casa de Vivi a hacer un trabajo sobre lo que decían los libros no me estaba enseñando mucho. Y si, admito que mi actitud siempre fue bastante desmotivada, pero no es obligación del docente identificar los factores de desmotivación en los estudiantes?

Muchos dirán que ya en bachillerato los estudiantes deben ser responsables de su propio aprendizaje y motivarse a sí mismos, pero muy honestamente esa es una idea bastante perezosa. Asumir que la responsabilidad de aprender cae 100% en el estudiante, y no el contenido, la pedagogía o la actitud del profesor es una idea bastante inocente. ¿Por qué no nos preguntamos qué motiva a los estudiantes hoy en día, antes de juzgarlos como vagos? No me tomen a mal, sé que los hay… los he conocido, pero como docentes, ¿nos hemos dado a la tarea de analizar tal problema desde todos los ángulos posibles? ¿o acaso es más fácil llamarlos vagos?

Para volver a mi idea original, porque suelo salirme del “cuadro” (como podrán darse cuenta), lo que intento decir acá es que hay que soltar esquemas antiguos, esa canción de la lechuza y lo que representa en términos de manejo de clase es bastante anticuado y jamás querría que la maestra de mis hijos les cantara eso. Porque confiaría en que esa maestra tendría técnicas más innovadoras para enseñarles desde pequeños las normas de comunicación y lo que significa ser buenos oyentes, sin cerrar los espacios para la colaboración que sabemos, promueve creatividad.

El mensaje no debe ser “hagan silencio” el mensaje debe ser “aprendan a valorar lo que los otros están diciendo porque pueden aprender tantas cosas de los que les rodean”

martes, 8 de marzo de 2016

Leer en preescolar


Cuando escuchamos la palabra preescolar muchas cosas nos vienen a la mente. Pensamos en salones de muchos colores, letras pintadas en las paredes, tacos con o sin números, mesas y sillas pequeñas, juguetes, canciones, y mucha diversión. Dependiendo del preescolar al que asistimos, también recordamos ese primer espacio donde aprendimos a leer y escribir.


Hoy en día el preescolar ha sido víctima de una competitividad que poco tiene que ver con el desarrollo del niño. El campo laboral ha afectado increíblemente las expectativas que se tienen en los salones de clase, bajando nivel a nivel desde la universidad hasta el maternal. Se asume que quien tiene mejor título universitario, obtiene el mejor trabajo; para obtener ese título se tiene que estudiar mucho y ser el mejor, uniendo poco a poco tal concepto de excelencia con la base que se tiene en el colegio.


Para muchos el aprender a leer y escribir a temprana edad es ideal, y quienes están de acuerdo con esto probablemente darán como razonamiento el hecho de que para entrar a un buen colegio se necesita de suficiente habilidad lectora. Por lo que los padres desde hace muchos años, buscan preescolares que ofrezcan ese soporte académico que sus hijos necesitan para ser exitosos. El problema está en que los preescolares cada vez más han sustituído el juego por la instrucción.


En Venezuela, para entrar a primer grado en colegios privados, es necesario aprobar una prueba de admisión que le exige al niño escribir y leer de manera medianamente fluida. Definir esta expectativa es un poco complicado, porque es una expectativa que ha perdurado en el tiempo por muchos años, aún cuando la edad para entrar a primer grado es de 6 años. ¡6 años!


Muchos han estudiado y escrito sobre la edad óptima para aprender a leer, y en su gran mayoría coinciden en que los 6 años es la edad idónea para iniciar a un niño en el aprendizaje formal de la lectura. Con esto estoy totalmente de acuerdo, y no es información nueva o controversial. Ahora bien, hace varias décadas a alguien se le ocurrió que los niños estaban listos para aprender a leer mucho antes que los 6 años, y que el aprendizaje de la lectura era algo que debía ser promovido en guarderías antes de iniciar la educación formal en primaria.


No digo que esta persona esté totalmente desquiciada, sólo digo que a mi parecer la idea se tomó de forma muy literal. Es cierto que un niño puede aprender a leer y escribir antes de los 6 años, pero depende de procesos cognitivos que no son idénticos en todos los niños. Generalizar ha sido el error, y esperar que todo niño aprenda a leer y escribir antes del primer grado es una presión para la cual se necesita mucha más madurez emocional y cognitiva, una madurez que niños de 5 años aún están desarrollando.


Con tal expectativa para entrar a primer grado, los preescolares han ido implementando programas académicos que cada vez se parecen más y más al mismo primer grado, suplantando momentos de juego por instrucción en lectura y escritura. Muchos dirán (para el asombro de muchos otros) que el colegio no es para jugar, y el problema de tal errada opinión es que sin el juego los niños están perdiendo una de las enseñanzas más importantes que las personas necesitan: el cómo ser persona.


Las habilidades sociales se aprenden en muchos escenarios diferentes, y a través de distintas experiencias. Existen padres que se dan a la tarea de criar hijos de bien, con valores y principios que aporten a la sociedad. Existen padres que se encargan de formar niños que aprendan a ser estudiantes que logren adaptarse a varios ambientes. Existen muchos padres que hacen hasta lo imposible por enseñar lo que es la resolución de conflicto, la toma de decisiones, el beneficio de tomar riesgos, y muchas otras habilidades sociales.


Sin embargo, la idea esencial del preescolar es aportar el ambiente para que a través del juego, los niños aprendan todas esas habilidades mientras comienzan su etapa de estudiantes. El juego es vital para la colaboración, la comunicación, y todas las anteriormente mencionadas, el juego con otros niños en un preescolar permite eso y muchas más oportunidades de desarrollo socio-emocional. Un niño con un crecimiento emocional adecuado, aprenderá a leer y escribir mucho mejor que un niño con inseguridades, problemas para socializar, y falta de habilidad para resolver conflictos o tomar riesgos.


No digo con esto que el preescolar debe ser limitado al juego o a la lectura, digo que la sociedad necesita entender que lo académico sólo es significativo y sólido, cuando el lado emocional ha sido ampliamente desarrollado. Soy testigo de preescolares donde el juego tiene mayor presencia, donde los maestros preescolares pueden hacer lo que sienten es el deber ser, enseñar al niño completo y no sólo al lector que tantos esperan surja antes del primer grado. En estos preescolares existen menos problemas en los recreos, menos agresividad, menos inseguridades; la lectura vendrá en su momento apropiado, pero ciertas habilidades sociales sólo se aprenden bien en momentos claves.


Para terminar una última reflexión, los niños nacen sin resentimiento a la lectura, ellos no están predispuestos a no querer leer o ver la lectura como algo fastidioso. El problema de la actitud hacia la lectura está en gran parte ligado a ese sentimiento de fracaso o esfuerzos con mediocres resultados que quizás se obtuvieron al intentar complacer a la maestra leyendo “Mi mama me mima”. La autoestima de un niño en preescolar es frágil, y si se ven forzados a aprender algo que su cerebro no está listo para asimilar, la confianza que tienen en lo que pueden lograr sufre increíblemente.

Los niños siempre indican cuando están listos para leer, muchos de ellos entre los 5 y 6 años muestran ese interés, otros quizás se tomen un poco más de tiempo y necesiten distintas modificaciones escolares. Hagamos caso y seamos coaches en el proceso para promover una actitud positiva hacia la lectura, en vez de pretender que los cerebros son cajas vacías que necesitan mucha más instrucción.


Juntos los talones, inclínate, y con la boca bien abierta di siempre: "Si, Su Majestad"

domingo, 28 de septiembre de 2014

Mis maestros, mis padres, y mis notas.

Originalmente, este post se titulaba: Evaluación y la incomodidad del cambio; pero me sentí en la necesidad de señalar directamente a quienes se incomodan al pensar en las implicaciones del inevitable cambio en educación, y específicamente en la evaluación del aprendizaje. Porque hace mucho rato, este cambio dejó de ser una opción, hoy es una obligación.

Ahora bien, luego de leer este título vale la pena preguntarse: ¿dónde queda el estudiante en este marco? ¿dónde queda el aprendizaje y la comprensión del contenido? Porque decir que esto está 100% reflejado en las notas que vienen otorgándose desde hace décadas, es bastante audaz y poco asertivo.

Los estudiantes han sido configurados para perseguir notas y puntos que validen sus esfuerzos durante su vida escolar, y que le permitan entrar a alguna buena universidad. Pero, ¿acaso esas notas reflejan con exactitud lo que el estudiante es?, ¿lo que es capaz de realizar?, ¿o acaso sólo muestra su capacidad de memorizar y responder preguntas de la manera correcta? Son discusiones que necesitan suceder en las escuelas, son discusiones que los gerentes educativos necesitan iniciar en sus instituciones, para tomar acción ya!

Los padres generan la mayor influencia/presión sobre este asunto, la mayoría de los padres asumen que sus hijos deben aprender como ellos aprendieron (¡terrible esto!), y algunas de las razones que argumentan son:

- "Yo aprendí asi, y hoy soy exitoso"
- "Los niños tienen que aprender a hacer exámenes"
- "Tienen que aprender eso por conocimiento general"
- "Esas letras no me dicen nada, quiero un número en la boleta"
- "Si no les das una nota, no sabrán qué aprendieron"

Por estas razones, por muchos años las escuelas han mantenido estructuras que hoy ya son obsoletas, porque quizás no sólo es más fácil complacer a los padres, sino también estamos acostumbrados a este sistema y no vemos el punto en el cual los estudiantes están perdiendo tanto tiempo dentro del salón de clases. Como he mencionado anteriormente en este blog, no sabemos el futuro laboral al cual nuestros alumnos irán, entonces ¿cómo pretender darles un modelo que fue creado para un futuro no existente?, y peor aún ¿cómo medir sus aptitudes y aprendizaje usando un modelo que expiró hace tanto?

La evaluación es un tema controversial sólo porque necesita una transformación; estoy segura que una vez que eso suceda, dejará de ser incómodo para todos los que no quieren entender que esta "nueva" visión hará su vida mucho más fácil, y reflejará de manera transparente lo que cada estudiante es, y cuales son sus aptitudes. Ahora bien, un reto para mi: exponer estos ajustes necesarios en evaluación en un sólo párrafo:

La evaluación puede ser diagnóstica, formativa y sumativa. Los propósitos de cada una son distintos y la información que proporcionan son para audiencias específicas, una evaluación diagnóstica da info para el profe y permite ajustar o rediseñar la instrucción que se dará en clase; la evaluación formativa es de y para los estudiantes, para que ellos obtengan información de sus entendimiento de los conceptos que están estudiando, e identificar dónde necesitan ayuda; y finalmente la evaluación sumativa es el producto del estudiante al conectar sus habilidades y el conocimiento adquirido, el profe toma esta información y la reporta.

No suena a una ciencia extraña, estoy segura que todos los que lean esto (o al menos, espero, una gran mayoría) dirá: "Claro, esto lo sabemos todos", sin embargo el problema está en que quienes defienden seguir este acertado esquema de evaluación, no ajustan su instrucción a la misma, por lo que los estudiantes terminan con las mismas notas que poco reflejan la realidad.

El reto está en dos punto esenciales:

1. Tenemos que saborear la incomodidad de estos cambios, la comodidad en el campo de la educación no la veo como algo positivo. Los docentes necesitamos seguir modificando y ajustando nuestra práctica profesional, y la razón es simple: evolución. Los seres humanos evolucionamos y necesitamos cambios en paradigmas, a través de los cuales enseñamos a los niños a sobrevivir en un futuro aún desconocido.

2. Debemos soltar el proceso de evaluación, y otorgarlo en gran medida a quienes finalmente se beneficiarán del mismo. Los estudiantes necesitan adueñarse de su evaluación si queremos que la comprensión sea genuina, y realmente desarrollen esa capacidad de aprender de manera reflexiva y analítica.

La conversación va quizás mucho más allá, pero quisiera dejar este post con el cual juguemos un rato, nos atrevamos a incomodarnos con la idea de cambio, y comencemos a involucrar a nuestros estudiantes en este proceso; ver el cambio en su actitud con respecto a sus evaluaciones será la mayor recompensa.

martes, 20 de mayo de 2014

Los que creen elevarnos, nos hunden más.

Nunca podré negar el sentido de pertenencia que tengo con la universidad donde hice mi pregrado como educadora, y la maestría en gerencia. URBE me dio dolores de cabeza, angustias por fechas de entrega, tiene dos tesis de mi autoría en su biblioteca, pero por encima de todo me dio muchos espacios para crecer, conexiones valiosas y la oportunidad de aprender al lado de muchos gigantes. Siempre mi mirada volverá a esta casa de estudio como un sitio que ofrece tanto de lo que necesita Venezuela.

Por ello me sentí bastante asqueada anoche cuando vi reacciones de sus estudiantes, ante un comunicado claramente necesario y certero que emitió el consejo universitario, en relación a los recientes ataques que hace rato dejaron de ser protestas. Porque parece ser que los estudiantes de esta casa de estudios han perdido el rumbo de lo que su manifestación es, y en esa forma de pensar arrastran con lo que se les atraviesa, incluyendo la institución a la cual pertenecen y que no tiene nada que ver con la raíz de estos problemas.

Lo he sabido hace ya varias semanas, muchos de los estudiantes han perdido el rumbo, pero no lo he expresado porque de nada sirve agregarle negatividad a los aires de derrota que muchos tienen. Es triste, y el sabor a decepción ha sido bastante contagioso, sin embargo, esto no justifica intentar mantener un caos sólo para sostener los egos. En ningún momento la violencia ha logrado más que noticia, y es algo que en 3 meses muchos aún no entienden. Sinceramente, ¿qué ganas con seguir formando desastre en las universidades? ¿a quién dañas realmente?

Anoche, mientras me paseaba por comentarios en instagram, twitter y facebook, me llenaba de decepción al ver que aquellos que han intentado mantener esta lucha, siguen manchándola con esa actitud de rebeldía que NO tiene base respetable; muchos han admirado el ímpetu de los estudiantes por no tener miedo o nada que perder... pero no sólo ellos pierden, están haciéndole perder a muchos más con sus actos irresponsables. La URBE no sólo tiene estudiantes, tiene personal obrero, tiene docentes, tiene secretarias, personal de vigilancia, personas que necesitan de su trabajo, y también seguridad al hacer su trabajo. ¿Quienes son los 'estudiantes' para amenzara eso?

Digo 'estudiantes' porque muchas veces se leen aclaratorias diciendo que los encapuchados se hacen pasar por estudiantes, que si los infiltrados, etc... y seguramente sea así, pero cuando los verdaderos estudiantes acusan a la universidad de traidora por rechazar las actividades de estos infiltrados, entonces ¿de qué lado están poniéndose esos estudiantes dolidos y patrióticos? ¿Quieren seguir 'protestando'? Váyanse a una plaza, una calle, cualquier otro sitio... no entiendo por qué sigue el empeño con las universidades. Lo único que se me ocurre es que pretenden que la universidad asuma la responsabilidad de que ELLOS no asistan a clases.

... pana, si tu no quieres ir a clases porque quieres protestar, esa es TU decisión. Nadie tiene que parar clases por tu causa. Las cosas no funcionan así, y menos en una universidad privada... Si, estoy molesta, y creo que esto necesita aclararse por tantos medios se pueda. ¿Hasta cuando los venezolanos actuamos sin razón? A quienes hacen esos comentarios en rechazo a lo que la URBE dijo en su comunicado: si existen infiltrados, pero también están estudiantes encapuchados que creen firmemente en incendiar para ganar (sé quienes son, los he conocido), también dejen de decir que nadie financia nada, claro que existe dinero que va a estas acciones, dejen todos de ser tan ingenuos, y asuman un poco de adultez.

El comunicado que hizo la URBE tiene todo el sentido que merece una situación como la que están viviendo, cuando todos los estudiantes que la critican logren graduarse, obtengan sus títulos, y adquieran la carrera y experiencia que tienen todos aquellos que han tomado las decisiones, una vez eso sea así entonces podrán tener base para criticar todo lo que critican.

domingo, 23 de febrero de 2014

Venezolanos somos...


Comienzo por admitir muchas verdades, para darle un abreboca transparente a lo que serán mis palabras:

Desde que todo esto comenzó, y no hablo del pasado 12 de febrero, me voy unos años atrás, he aprendido muchas cosas de mis misma gracias a Venezuela; y es que poco pensé que me tocaría vivir gran parte de mi juventud en esta situación, aprendiendo de mi país a ser este tipo de persona. Venezuela me ha dado un nuevo significado a ser humilde, a ser agradecida, a bajar mi cabeza, a redimir mis posiciones ante otros, a la posibilidad de entender otras perspectivas, a que la rabia no debe guiar mis acciones, y que la tolerancia es un regalo que pocos mostramos ser dignos de obtener.

Esa tolerancia que muchas veces he llevado de bandera pero que he visto como en ocasiones malinterpreto, traicionando mi propio discurso al permitir que mi rabia y frustración hablen por mí. Porque este gobierno ciertamente no me ha afectado a mi tanto como a muchos otros: tengo un trabajo estable, en mi casa comemos tres veces al día, voy a la peluquería y me doy el gusto de tomarme mis copas de vino los jueves. He viajado y he hecho en gran parte, lo que he querido hacer, por lo que desde mi posición he aprendido de Venezuela que la empatía lo es todo, y que no soy quién para juzgar la actitud de quien tiene menos que yo. Existen pocas cosas de este gobierno que me tumbe el ánimo tanto como a otros venezolanos que la llevan mucho peor que yo, y eso es algo que trato de recordarme a diario.

He tratado de mantener mis ideas coherentes, y de defender este país con un discurso constante, aún cuando en muchas ocasiones me he perdido en la confusión y en la desesperanza que nos abraza a todos, porque esta depresión colectiva no se calla, y aún cuando mi mayor crítica del venezolano es que a todo nos acostumbramos rápido, debo decir que si con algo he luchado es con la idea de rendirme, o de pensar que esta lucha ha sido en vano. Y aún cuando existen algunos que sienten hervir la sangre cuando les hablan de mantener la fe, se de manera racional que la actitud lo es todo. Si asumo que me derrotaron, derrotada estaré, y cuando creo en la resistencia, mi fuerza se incrementa.

Esta Venezuela unida en mi opinión sigue siendo utópica, porque por desgracia existen muchos venezolanos que quizás sin saberlo, hemos sido hipócritas al banderear un ideal que pisoteamos luego con acciones y actitudes; lo dije la noche antes del 7 de octubre: un hombre podría marcar la pauta, pero él también cuenta con cada uno de nosotros para que ese camino se de. Y aquellos cuyas acciones van de la mano de una arrechera, no merecemos la Venezuela que se plantea, la de TODOS, incluso esos que no tienen cómo llegar a leer estas palabras porque son esa gran mayoría que en este momento, a diferencia de mi, piensan más en cómo rendir el dinero para comer.

Esos afectados que tienen todo el derecho de decir que realmente estan hartos de tanto, y aún así los vemos en las colas de los supermercados, ajustando una y otra vez sus vidas a lo que les queda, lo que este gobierno ha hecho con el país. Son esas personas la base real de toda esta situación, mucho más del que tiene su cupo cadivi a la mitad, mucho más del que no puede comprar un carro cero kilómetros así tenga el cheque listo, son ellos mucho más que quien no pudo hacer dulces de leche para el cumpleaños del chamo. Estos venezolanos son el factor clave de todo este asunto, y no hace falta Capriles y un admirable discurso para entenderlo, mas si para verlo. Son ellos mucho más que las marchas por las mismas calles, que al menos hoy están logrando el enfoque mediático que tanto se necesita.

En cuestión de crítica, siempre necesito bajarle dos... Como lo he dicho muchas veces, no soy quien para criticar el que lanza la piedra en defensa de su vida, al contrario, valentía que merece mi mayor respeto, y tampoco le diré a alguien que grita consignas de odio y vulgaridades es arrastrar la Venezuela por la que decimos luchar, pero si es importante que aprendamos todos a enfriar esa cabeza, guardar un rato las emociones y volver a ver el panorama completo. El trabajo hacia una Venezuela realmente libre, comienza desde la firmeza y respaldo que le damos a nuestras palabras y nuestras acciones, y esas acciones que hago no solamente cuando estoy de protesta colectiva, sino cuando hago de mi día a día una protesta. Porque conozco de primera mano venezolanos que protestan a diario, y que buscan la forma de que, con sus acciones hacia otros, se vaya gestando el cambio que todos parecemos estar cansados de esperar.

Hoy en la marcha en Maracaibo observaba como quienes gritaban consignas de una Venezuela más bonita, lanzaban simultáneamente botellas de agua al suelo; también vi a quienes demostraban fuerza y valentía al estar alli caminando por una causa, como insultaban a quienes no se unían a la lucha de "todos". ¿Quienes sómos realmente para saber el por qué de esa apatía? Yo confieso haber pecado más de una vez, (y como lo dije al comienzo de este escrito, sin mi honestidad no valgo nada) he criticado mucho a quien en su casa se queda, pero un par de días de reflexión me hicieron pensar... si me es tan fácil criticar, ¿no sería mejor buscarle solución a eso que me saca la piedra? quizás tratar de hacerle ver a esa otra persona que necesitamos todos tomar acciones en este asunto...?

Podría decir que si Capriles dice esto, o Leopoldo hizo aquello, pero realmente lo que considero grande de estas dos personas en particular es que han sido clave para la perspectiva de cada quien; a mi me han dado mucho de que pensar y han dado bastante forma a ideas que no sabía bien cómo definir. Ambas posiciones, incluso al verse distantes, demuestran que se necesita de más de una visión en todo este panorama; yo necesito llevarle lo que veo a quien no lo ve, y necesito plantarme en la cola de un bicentenario para entender lo que aún no entiendo. Así como necesito esa fuerza constante de quien grita una consigna para mantener los ánimos, y que nos recuerde que la pasión por Venezuela no duerme (por siempre eso de "el que se cansa pierde")

Para hablar de unidad no se necesita pensar igual, pero considero que si necesitamos darle todos valor a nuestra integridad, entendiendo que muchos ríos pueden llevar a un mismo sitio, y que ciertamente en este país cabemos todos. Muchos me seguirán debatiendo si mi ideal poco realista (y hasta bohemio dicen) del venezolano de cambio sea válido o no, pero yo realmente no pierdo la confianza en que se puede ayudar mucho más. Esto del 12 de febrero, aún cuando arrancó por motivos muy específicos, ha dado fuerza a Venezuela para volver a unir voces y decir "ya basta" sin embargo, considero que necesitamos considerar el rumbo que todo esto está tomando y no confundir Resistencia por Desespero. 

Se necesita muy poco para tumbar algo que ha costado años construir, y me rompería el corazón ver que al descontrolar nuestra lucha y nuestra protesta, hagamos manchar tanto camino recorrido. Y digo esto más por el que realmente le ha echado pie al asunto, porque yo aún no siento haya hecho suficiente.

Mi posición es: sigo luchando y resistiendo, pero buscaré la forma de que mi protesta deje de hacer ruido en las mismas cuatro esquinas y llegue mucho más alla, mientras que apoyo a quienes protestan colapsando la ciudad, y entre todos entendamos que no hay ninguna normalidad a la que volver, más que el despertar de tanta gente; las palabras 'ya basta' deben ser las palabras de todos los días. Siempre con la certeza de que la cordura debe marcar siempre las acciones de quien ha decidido honorablemente, ser parte de un mejor país.

P.D.: Esta imagen que ha rodado desde hoy, encierra en gran escala lo que sentí mientras escribía esta entrada.

lunes, 16 de septiembre de 2013

El contraste de las "I" revoluciones

"Alicia adaptándose al presente"

Mi escolaridad en términos educativos no fue muy memorable que se diga; no tengo muchos recuerdos significativos de experiencias de aprendizaje, porque la verdad mi percepción era bastante básica. Existían niveles, materias, y contenido que estaba en un salón de clases esperando por ser tocado año tras año, los profesores eran expertos por haber tenido tantos años de práctica enseñando el mismo material, y nosotras como estudiantes éramos las típicas cajas medio vacías que estabamos destinadas a ser abastecidas de información (hablo en femenino porque fui a colegio católico y luego a una escuela de educación inicial donde ningún hombre se inscribe).

Este sistema educativo viene desde la revolución industrial, en la cual el hombre se dio cuenta que el éxito de su futuro laboral dependía del conocimiento que lograse adquirir en relación a máquinas y nuevos procesos de manufactura. La educación sufrió un gran cambio debido a esto, porque la sociedad ahora necesitaba "crear" estos trabajadores e ingenieros que serían quienes llevarían adelante esta nueva era. En esa época, se sabía la necesidad laboral que habría muchos años después, por lo que se formó un currículo que llenase tales expectativas.

Hoy en día, algo así como dos siglos después, seguimos con el mismo modelo educativo formando estudiantes para un "futuro" que quedó en el pasado y muy pocos se han dado cuenta. La revolución industrial finalizó y sin embargo, se sigue educando para tal. Se sigue un proceso educativo rígido, forzado, poco flexible y con orientaciones que sólo aparentan ser espontáneas porque quienes controlan la educación, dibujan 3 o 4 caminos que van todos desde un mismo punto hasta una misma meta.

Quienes me pregunten a qué me refiero con rigidez y poca flexibilidad, les digo una sola cosa: exámenes, talleres, pruebas estandarizadas que tienen como único fin, formar los mismos cadetes, títulos universitarios como entrada única a un cargo. El currículo con el cual yo fui educada, y con el que se sigue educando (ese de la era industrial) ha sido adaptado/modificado sólo en modalidades humanísticas, pero el sistema sigue siendo el mismo. Para explicarme mejor, se le han cambiado los colores al contenido que se enseña en clases, pero las evaluaciones y las "notas" siguen teniendo el mismo impacto.

Es un sistema que lleva a un estudiante a través de un proceso de selección, llenándole la cabeza con conocimientos que se asume, serán de gran utilidad una vez ingrese al mundo laboral; y quizás esto siga siendo cierto y yo sólo este tratando de generar controversia, pero ¿quién garantiza que seguirá siendo así en los próximos 10 años?, si bien siempre necesitaremos doctores, enfermeros, abogados, educadores y artistas, ¿acaso seguiremos necesitanto todos estos ingenieros, mecánicos, contadores, administradores, economistas en 10 años o más?

Para ser aún más controversial (pero siempre con una idea racional) me lanzaré yo misma a la candela; ¿quien dice que en un futuro aún necesitaremos tantos docentes? Seguramente para las etapas primarias (me salvé), pero ¿bachillerato?, ¿universidad?, ¿aún harán falta educadores a estos niveles? ¿...Cuando hoy en día se sabe que los estudiantes aprenden más/más rápido de Google que de los libros de hace 200 años...?

Antes de que digan "Ana lost it", les plantearé mi racionamiento de todo esto contrastando la revolución que está desplazando desde hace rato a la industrial, y es la tan caótica pero igualmente amada revolución de la información. Si, con eso de redes sociales y todo el asunto de la conexión constante, la educación no ha tenido otro remedio que ceder ante la poderosa ola de cambios que ha traído esa facilidad de acceso que existe con una conexión a internet, la cual nos está haciendo ver que todo aquello que solíamos enseñar a los estudiantes, ahora está disponible en "un estante" (o un link). Conocimientos que sólo poseían los estudiados y todopoderosos académicos, y al cual ahora todo el mundo tiene acceso con un simple click.

Esta revolución de la información no es más que el presente y la sociedad gritándonos que no necesitan más máquinas que funcionen en un futuro, o más personas intensivamente programadas para saber mucho más que otros, si no más bien lo que se necesitará en un futuro cercano serán personas que sepan encontrar esos "estantes" y esa información de la manera más eficaz y rápida posible. Para poner un ejemplo, antes Susy iba al colegio para aprender cosas que asumía, podría emplear en unos 10 años, pero esos 10 años han pasado y nada de lo que estudió le garantiza un trabajo más que la información a la cual sabe conectarse hoy.

¡Ya no son ingenieros, ahora son programadores!

Los trabajos del futuro son cada vez más inciertos porque con el avance de la ciencia y las tecnologías existirán necesidades en el campo laboral que hoy no tenemos modo de predecir, y sólo aquellos que hayan sido enseñados a encontrar y desarrollar esas habilidades por sí mismos una vez fuera del "sistema educativo", serán los que lograrán conquistar los mejores (y mejores pagados) cargos.

Es simple evolución (esa que a nadie le gusta), la misma de la cual me reía cuando mi mamá intentaba crear una cuenta de correo electrónico cuando para mi era tan sencillo, la misma que hoy me hace sentir de 54 años cuando estudiantes de kinder saben manejar un kindle o ipad mejor que yo. Esa evolución que tantos estamos detestando porque nos está haciendo sentir que lo valioso está siendo perdido, pero que al mismo tiempo no podemos evitar, y si queremos mantenernos empleados, debemos aprender a amar. Yo abrazaré tan fuerte como pueda mis libros, pero aún así mis estudiantes aprenderán más de un ebook por que está en sus genes.

Finalmente, para dejar las ideas existencialistas a un lado por un rato, si tuviese que darles un consejo a mis estudiantes de este año escolar (los cuales estarán entrando a este campo laboral en el año 2023) les diría lo siguiente: sean médicos por vocación de curar a otros, descubran el arte dentro de sus corazones, sean felices descubriendo conocimiento de forma libre, no se crean el cuento de que quien no va a la universidad no tiene futuro (en serio), lean hasta que sus ojos ardan, no se cierren a una sóla posibilidad, aprendan varios idiomas, aprendan a programar, aprendan a conectarse a otros, aprendan a compartir conocimiento (nada de egos académicos) y no se confíen de lo que saben hoy, tan sólo aprendan a seguir aprendiendo.

P.D.: en próximos posts, compartiré evidencias educativas que alimentan todo esto que he descrito, porque no son ideas locas de Ana, son realidades que en este país muchos aún desconocen.

martes, 27 de agosto de 2013

Pum Pum

Muchas cosas cambian en nuestro organismo al crecer, cambios emocionales y físicos, cambios que muchos conocen en su totalidad o que al menos son esperados. Pero en este caso hablaré de un cambio que muchos parecen no notar. Cuando los niños se convierten en adultos comienzan a generar filtros para las cosas que escuchan, y una vez adultos no notamos que los niños siguen escuchando muchas cosas que a nosotros no nos hacen tanto ruido. Ellos escuchan más de lo que creemos.

La controversia de siempre con el tema de qué es apropiado o no para los niños de ciertas edades es tema quemado, porque pocos quieren seguir hablando al respecto, y mucho menos padres que por duro que suene, se niegan a asumir su error al permitir de forma inconsciente que sus hijos escuchen tanto.

Muchos tratan de cuidar otros detalles porque aún están pequeños para ser expuestos, como pornografía, MTV, reality shows, películas de terror, etc. Pero en otras situaciones mucho más cotidianas se olvidan que los niños siguen escuchando, mucho más de lo que ellos escuchan. Tan sólo con preguntarle a la maestra, tendrían una muestra considerable de cosas que ellos han escuchado sin que los padres lo hayan percatado. Y aún cuando el daño no siempre es severo, la huella queda.

Temas que si comenzara a enumerar acá, un 99.9% por ciento de los padres que leerán esto pensará "por supuesto, jamás quisiera que mi hijo estuviese expuesto a ese tema tan pequeño" pero que sin saberlo, lo están por conversaciones o temas que ya se han convertido en rutinas para los adultos. Armas y violencia directa o indirecta, muerte, crueldad, engaños y traiciones, secuestros, etc.

Si reuniese a un grupo de padres y les dijera que le estaría hablando a sus hijos de esos temas, sé con seguridad que todos se opondrían de manera masiva, y a ellos les diría "¿acaso no permiten uds que esos temas lleguen a sus oídos de formas menos drásticas?" Sorpresa para muchos, quizás no tanto para otros. Cuando un adulto ve una película de acción que es de interés para ese adulto, y permite que su hijo suba a la cama, me pregunto, ¿no es lo mismo?

Cuando una amistad nos visita y nos involucramos en conversaciones controveriales, pero de común interés para nosotros y dejamos que los niños se mantengan cerca, de nuevo me pregunto, ¿no es lo mismo? A mi parecer, es quizás peor, porque actuamos como inocentes de forma tan descarada y sin saberlo. Los niños escuchan, siempre, a toda hora, por todos lados, y aún cuando creamos que hacemos lo mejor por filtrar cosas ante sus tan puras perspectivas, algunas acciones no hacen más que estropear cualquier esfuerzo realizado. Sin mencionar al tan popular comentario: "mi chamo es súper maduro, el entiende esas cosas"... A esas personas quisiera decirles: "lea sobre desarrollo evolutivo, y luego seguimos conversando". Señores, niño es niño.

Para finalizar (porque podría estar hablando de esto por horas) sólo quisiera comentar sobre un tema en específico, que muchos son inocentes al pasar por alto; el exponer a los niños a la violencia no es sólo mostrarles videos de guerra, o dejarlos ver como dos personas gritan o se empujan, tampoco es dejarles ver noticias o cualquier periódico, la peor exposición que puede tener un niño a la violencia es cuando viene de su propio mundo. Cuando imágenes o personajes que estan "diseñados" para ellos les enseñan que con un arma se logra algo, o con desvanecer al malo se gana una batalla.

Los conceptos de violencia no son tan profundos, y al generalizar el tema se ha caído en una situación de completa libertad hacia lo que los niños ven, escuchan y actúan. Porque si alguno en mi salón me dice "no es pistola de verdad, es sólo de mentira" para mi sigue siendo agresión. Es muy fácil sentir tristeza y desgracia cuando vemos violencia en el mundo, y quisiéramos que hubiese un cambio, pero ¿cómo pretender realizar un cambio si se quiere comenzar tan tarde?