domingo, 23 de febrero de 2014

Venezolanos somos...


Comienzo por admitir muchas verdades, para darle un abreboca transparente a lo que serán mis palabras:

Desde que todo esto comenzó, y no hablo del pasado 12 de febrero, me voy unos años atrás, he aprendido muchas cosas de mis misma gracias a Venezuela; y es que poco pensé que me tocaría vivir gran parte de mi juventud en esta situación, aprendiendo de mi país a ser este tipo de persona. Venezuela me ha dado un nuevo significado a ser humilde, a ser agradecida, a bajar mi cabeza, a redimir mis posiciones ante otros, a la posibilidad de entender otras perspectivas, a que la rabia no debe guiar mis acciones, y que la tolerancia es un regalo que pocos mostramos ser dignos de obtener.

Esa tolerancia que muchas veces he llevado de bandera pero que he visto como en ocasiones malinterpreto, traicionando mi propio discurso al permitir que mi rabia y frustración hablen por mí. Porque este gobierno ciertamente no me ha afectado a mi tanto como a muchos otros: tengo un trabajo estable, en mi casa comemos tres veces al día, voy a la peluquería y me doy el gusto de tomarme mis copas de vino los jueves. He viajado y he hecho en gran parte, lo que he querido hacer, por lo que desde mi posición he aprendido de Venezuela que la empatía lo es todo, y que no soy quién para juzgar la actitud de quien tiene menos que yo. Existen pocas cosas de este gobierno que me tumbe el ánimo tanto como a otros venezolanos que la llevan mucho peor que yo, y eso es algo que trato de recordarme a diario.

He tratado de mantener mis ideas coherentes, y de defender este país con un discurso constante, aún cuando en muchas ocasiones me he perdido en la confusión y en la desesperanza que nos abraza a todos, porque esta depresión colectiva no se calla, y aún cuando mi mayor crítica del venezolano es que a todo nos acostumbramos rápido, debo decir que si con algo he luchado es con la idea de rendirme, o de pensar que esta lucha ha sido en vano. Y aún cuando existen algunos que sienten hervir la sangre cuando les hablan de mantener la fe, se de manera racional que la actitud lo es todo. Si asumo que me derrotaron, derrotada estaré, y cuando creo en la resistencia, mi fuerza se incrementa.

Esta Venezuela unida en mi opinión sigue siendo utópica, porque por desgracia existen muchos venezolanos que quizás sin saberlo, hemos sido hipócritas al banderear un ideal que pisoteamos luego con acciones y actitudes; lo dije la noche antes del 7 de octubre: un hombre podría marcar la pauta, pero él también cuenta con cada uno de nosotros para que ese camino se de. Y aquellos cuyas acciones van de la mano de una arrechera, no merecemos la Venezuela que se plantea, la de TODOS, incluso esos que no tienen cómo llegar a leer estas palabras porque son esa gran mayoría que en este momento, a diferencia de mi, piensan más en cómo rendir el dinero para comer.

Esos afectados que tienen todo el derecho de decir que realmente estan hartos de tanto, y aún así los vemos en las colas de los supermercados, ajustando una y otra vez sus vidas a lo que les queda, lo que este gobierno ha hecho con el país. Son esas personas la base real de toda esta situación, mucho más del que tiene su cupo cadivi a la mitad, mucho más del que no puede comprar un carro cero kilómetros así tenga el cheque listo, son ellos mucho más que quien no pudo hacer dulces de leche para el cumpleaños del chamo. Estos venezolanos son el factor clave de todo este asunto, y no hace falta Capriles y un admirable discurso para entenderlo, mas si para verlo. Son ellos mucho más que las marchas por las mismas calles, que al menos hoy están logrando el enfoque mediático que tanto se necesita.

En cuestión de crítica, siempre necesito bajarle dos... Como lo he dicho muchas veces, no soy quien para criticar el que lanza la piedra en defensa de su vida, al contrario, valentía que merece mi mayor respeto, y tampoco le diré a alguien que grita consignas de odio y vulgaridades es arrastrar la Venezuela por la que decimos luchar, pero si es importante que aprendamos todos a enfriar esa cabeza, guardar un rato las emociones y volver a ver el panorama completo. El trabajo hacia una Venezuela realmente libre, comienza desde la firmeza y respaldo que le damos a nuestras palabras y nuestras acciones, y esas acciones que hago no solamente cuando estoy de protesta colectiva, sino cuando hago de mi día a día una protesta. Porque conozco de primera mano venezolanos que protestan a diario, y que buscan la forma de que, con sus acciones hacia otros, se vaya gestando el cambio que todos parecemos estar cansados de esperar.

Hoy en la marcha en Maracaibo observaba como quienes gritaban consignas de una Venezuela más bonita, lanzaban simultáneamente botellas de agua al suelo; también vi a quienes demostraban fuerza y valentía al estar alli caminando por una causa, como insultaban a quienes no se unían a la lucha de "todos". ¿Quienes sómos realmente para saber el por qué de esa apatía? Yo confieso haber pecado más de una vez, (y como lo dije al comienzo de este escrito, sin mi honestidad no valgo nada) he criticado mucho a quien en su casa se queda, pero un par de días de reflexión me hicieron pensar... si me es tan fácil criticar, ¿no sería mejor buscarle solución a eso que me saca la piedra? quizás tratar de hacerle ver a esa otra persona que necesitamos todos tomar acciones en este asunto...?

Podría decir que si Capriles dice esto, o Leopoldo hizo aquello, pero realmente lo que considero grande de estas dos personas en particular es que han sido clave para la perspectiva de cada quien; a mi me han dado mucho de que pensar y han dado bastante forma a ideas que no sabía bien cómo definir. Ambas posiciones, incluso al verse distantes, demuestran que se necesita de más de una visión en todo este panorama; yo necesito llevarle lo que veo a quien no lo ve, y necesito plantarme en la cola de un bicentenario para entender lo que aún no entiendo. Así como necesito esa fuerza constante de quien grita una consigna para mantener los ánimos, y que nos recuerde que la pasión por Venezuela no duerme (por siempre eso de "el que se cansa pierde")

Para hablar de unidad no se necesita pensar igual, pero considero que si necesitamos darle todos valor a nuestra integridad, entendiendo que muchos ríos pueden llevar a un mismo sitio, y que ciertamente en este país cabemos todos. Muchos me seguirán debatiendo si mi ideal poco realista (y hasta bohemio dicen) del venezolano de cambio sea válido o no, pero yo realmente no pierdo la confianza en que se puede ayudar mucho más. Esto del 12 de febrero, aún cuando arrancó por motivos muy específicos, ha dado fuerza a Venezuela para volver a unir voces y decir "ya basta" sin embargo, considero que necesitamos considerar el rumbo que todo esto está tomando y no confundir Resistencia por Desespero. 

Se necesita muy poco para tumbar algo que ha costado años construir, y me rompería el corazón ver que al descontrolar nuestra lucha y nuestra protesta, hagamos manchar tanto camino recorrido. Y digo esto más por el que realmente le ha echado pie al asunto, porque yo aún no siento haya hecho suficiente.

Mi posición es: sigo luchando y resistiendo, pero buscaré la forma de que mi protesta deje de hacer ruido en las mismas cuatro esquinas y llegue mucho más alla, mientras que apoyo a quienes protestan colapsando la ciudad, y entre todos entendamos que no hay ninguna normalidad a la que volver, más que el despertar de tanta gente; las palabras 'ya basta' deben ser las palabras de todos los días. Siempre con la certeza de que la cordura debe marcar siempre las acciones de quien ha decidido honorablemente, ser parte de un mejor país.

P.D.: Esta imagen que ha rodado desde hoy, encierra en gran escala lo que sentí mientras escribía esta entrada.