miércoles, 8 de mayo de 2013

Niños, educación, y futuro: Tanto Ruido


Puedo decir que entré al campo de la educación hace unos 10 años cuando comencé a estudiar la carrera; desde entonces he estado escuchando teorías, paradigmas, experiencias, preocupaciones, ideas, opiniones, críticas y muchas otras cosas que mantienen un debate bastante entretenido sobre muchos asuntos en relación a cómo debe aprender un niño.


El ruido que hubo hace 10 años jamás podría compararlo con el ruido que he venido escuchando hace unos 6, ruido que viene no tanto de experiencias sino de cambios grandes que han llegado sin advertencia y han retumbado en los cimientos más firmes de la educación, haciéndome reformular muchas creencias que he estado construyendo desde mis primeros años como educadora.

Sin embargo, este ruido no ha sonado tan fuerte en Venezuela, porque por alguna razón, la educación en este país parece mantener puestos unos audífonos con una melodía constante, que no le permite escuchar lo que hace temblar la educación a su alrededor. La barrera del idioma es significativa y cuando este ruido es tan nuevo, tan informal, y tan exclusivo de ciertos círculos quienes no logran conectar, se pierden de todo lo que éste trae consigo.

Por suerte, yo he contectado con mucho de éste ruido y ha resonado fuertemente en mi, haciéndome redefinir muchas de las cosas que hacía de cierta forma, y agregando elementos a mis prácticas. Tal ruido trae consigo lo que es la tecnología, su uso y desuso, la urgencia de instrucción individualizada, personalización, ruptura de esquemas establecidos en relación a tareas y otras rutinas escolares, el cambio radical que viene en relación a la evaluación, los sistemas de notas, exámenes y trabajos escritos, la creatividad, la conexión vs. construcción del conocimiento, la importancia de enseñar más habilidades de diseminación que contenido en sí, la individualidad del estudiante, la toma de decisión como base fundamental para la práctica pedagógica, y muchas otras cosas que siguen llegando a diario.

El ruido no cesa, y en ocasiones es más fuerte y retumba con mayor potencia, y siento que por mucho que yo me contecte y me enganche en esta onda de avance constante, el sistema educativo de mi país sufre y sufrirá por no escuchar, por mantenerse adormecido escuchando esa melodía que caducó hace rato.

Éste ruido asusta muchas veces, pero es un susto que empuja a querer entender y asumir lo que trae consigo para poder escuchar y entender más. Más grande es el miedo de acostumbrarme a una melodía consistente a través de los años, y despertar un día, quitarme los audífonos y darme cuenta que quedé atrás en la carrera que comenzó hace años en mi área de trabajo. Más que un ruido eléctrico, nuevo, y rebelde, me asusta ver mis prácticas y técnicas vencidas en un closet viejo por no haber escuchado cuando debí; siendo los únicos afectados los estudiantes que pasan por mi salón.

Por esta razón, trataré de pasar tan maravilloso ruido a otros educadores y padres venezolanos, para que se quiten igualmente los audífonos y comiencen a disfrutar conmigo el futuro de la educación que tiene ya rato sonando con fuerza.

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